lunes, 28 de septiembre de 2009

¿Cómo me arrepiento?


Muchos batallamos por descubrir cuál es el verdadero arrepentimiento. A veces, de tanto esperar una especie de evento místico en que se abra el cielo y una luz celestial nos ilumine y nos transforme, perdemos el gozo de la salvación y centramos la vista en nosotros y nuestro pecado, sacándola de Cristo y su obra redentora.

Es cierto, debemos lamentarnos por nuestro pecado y hemos de tener consciencia de nuestra total indignidad e inmerecimiento de toda bendición de parte de Dios, pero a la vez se nos llama a tener fe en que Jesucristo puede liberar de pecado a todo aquel que clame en necesidad. Si Dios mismo nos ofrece su infinita gracia, gracia que por lo demás costó nada menos que la muerte de su amado Hijo, ¿Quiénes somos nosotros para no aceptarla?

Llamo a todo aquel que se siente esclavo del pecado, a todo el que vea sus muñecas cubiertas de pesados grilletes de hierro, a todo el que no puede avanzar porque su carga es demasiado pesada a DESCANSAR EN LA OBRA REDENTORA DE JESUCRISTO, renunciando a agradar a Dios en sus propios méritos y esfuerzos. El arrepentimiento verdadero mira a la justicia de Cristo, no a la justicia propia, que ante Dios no es más que trapos de inmundicia (Is. 64:6).

Fue Él quien dijo: "si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres" (Jn. 8:36).

No esperemos que el cielo se abra frente a nosotros para arrepentirnos, antes bien clamemos a Dios rogando por liberación, y aguardemos su salvación:

"todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" Ro. 10:13

"Y el que creyere en él, no será avergonzado" Ro. 9:33

Que el Señor nos haga abundar en conocimiento de su Hijo Jesucristo, y nos preserve de toda obra mala hasta su regreso en gloria y potestad.

Bendiciones

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Los dejo con un mensaje muy recomendable del Pastor Tim Conway, de Grace Community Church, San Antonio, Texas. Video subido por www.illbehonest.com, editado y subtitulado por quien escribe.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Whitefield: Un ejemplo de verdadera piedad


"Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar" 1 Tim. 5:17

En tiempos en que la mayoría de los pastores (sinónimo de "anciano" y de "obispo") piensan en acortar al máximo sus sermones, ya sea para no aburrir a quienes llenan sus bancas, o derechamente porque no conocen bien las Escrituras; el ejemplo de Whitefield alumbra como un destello en las tinieblas.

George Whitefield fue un ministro de la Iglesia de Inglaterra, siendo una figura prominente del movimiento metodista (denominado así por su forma de estudiar las Escrituras). Participó en el primer gran avivamiento de las colonias británicas en América, destacando como evangelista en las clases populares.

Lo que pretendo destacar aquí no son sus virtudes como persona ni las cualidades de su carácter, sino la forma en que fue utilizado por la gracia de Dios (quien recibe toda la honra). Esta gracia inconmesurable lo llevó a desgastarse al máximo por la expansión del Evangelio, hasta literalmente morir exhausto de predicar. Ese sí que es un ejemplo de negarse a uno mismo y tomar su cruz día a día para seguir a Cristo.

Un caso similar lo encontramos en Hch. 20:7-12, donde se nos relata que Pablo predicó desde antes de la medianoche hasta el alba, debiendo zarpar al día siguiente. ¿Acaso Pablo ignoraba lo que enseñan en los seminarios actualmente, sobre que la predicación no debe durar más de 20 minutos para mantener la atención cautiva de los auditores? Todo indica que en nuestros días habrían tomado aparte al Apóstol, para enseñarle que las predicaciones deben ser más cortas y atractivas.

¡Dios nos libre de este evangelio superficial y lleno de marketing!

Ruego a Dios que la misma actitud presente en el Apóstol Pablo y en George Whitefield esté en aquellos predicadores que hoy en día tienen más de publicistas que de evangelistas.

Luego de esta introducción, los dejo con el relato. Que Dios nos dé la gracia para servirlo como a Él le agrada. Amén.


viernes, 11 de septiembre de 2009

Evangelio a gusto del consumidor - John MacArthur


"La primera función de un mercadeo exitoso es dar a los consumidores lo que quieren. Si quieren hamburguesas más grandes, hagan más grandes sus hamburguesas. ¿Bebidas con seis sabores de frutas? Hecho. ¿Minifurgonetas con diez portavasos? Póngales veinte. Hay que mantener satisfecho al cliente. Hay que modificar el producto y su mensaje para que se supla sus necesidades si quiere establecer mercado y mantener a raya a la competencia.

Hoy día, esta misma mentalidad consumista ha invadido al cristianismo. ¿Dicen que el culto de la iglesia es demasiado largo? Pues acortémoslo (cierto pastor garantiza que sus sermones ¡nunca duran más de siete minutos!) ¿Demasiado formal? Vístase con ropa deportiva. ¿Demasiado aburrido? ¡Espere a oír nuestra banda de música!

Y si el mensaje es demasiado agresivo, acusador o exclusivista, que asusta, que es increíble, difícil de entender, o demasiado lo que sea para su gusto, hay iglesias por todas partes que están ansiosas de ajustar ese mensaje para que usted se sienta más cómodo. En esta nueva versión del cristianismo usted es socio del equipo, diseñador de la vida de la iglesia, y se deja por fuera toda autoridad anticuada, los sentimientos de culpabilidad, la responsabilidad y los absolutos morales.

Una iglesia envió hace poco una circular prometiendo ‘atmósfera informal y reposada con buena música de nuestra banda’, y los que asistan, ‘aunque usted no lo crea, se divertirán’. Esto sería excelente si se tratase de un café o algo por el estilo, pero quienquiera que pretenda llamar a las personas al evangelio de Jesús con tales cosas como prioridades, las llama a una mentira.

Es cristianismo para consumidores: cristianismo ligero, redirección, cristianismo diluido e interpretación errónea del evangelio bíblico, en un intento por hacerlo más digerible y popular […] Pero esa ligereza jamás le llenará con el evangelio verdadero y salvador de Jesucristo, porque está diseñado por el hombre y no por Dios, y es vacío y no sirve para nada. A decir verdad, es peor que inútil, porque los que oyen el mensaje del cristianismo ligero piensan que están oyendo el evangelio y creen que están siendo rescatados del castigo eterno, cuando en verdad están siendo trágicamente descarriados.

El verdadero evangelio es un llamado a negarse a uno mismo. No es un llamado a la autorrealización. Eso lo pone contra la proclamación contemporánea del evangelio, en la que los ministros ven a Jesús como un genio utilitario. Uno frota la lámpara, Cristo sale y le dice que puede tener lo que se le antoje; uno le da la lista y él lo cumple.

[…]

Algunos que forman parte del evangelicalismo le dirán que Jesús solo quiere que a usted le vaya bien, y que si no le va bien es porque usted no ha presentado su boleto de lotería espiritual. Si no es rico, es porque no lo ha reclamado. Jesús quiere que usted esté libre de deudas, y si manda a los televangelistas suficiente dinero, ese acto de fe lo libertará del demonio de la deuda. Su salvación por medio de Cristo es garantía de salud, riqueza, prosperidad y felicidad.

Los evangélicos que se adhieren a la psicología antropocéntrica (centrada en el ser humano) le dicen que Jesús le da paz, que Jesús le da alegría, que Jesús le hace mejor vendedor y también que Jesús le ayuda a lograr más jonrones. Jesús realmente quiere que usted se sienta muy bien con respecto a usted mismo. Quiere elevar su propia imagen. Quiere poner fin a su pensamiento negativo.

[…] Discúlpenme si no me uno. No puedo pensar en ningún plan con el que menos quisiera asociarme.

En esta nueva reforma de la autoestima, lo primero que se exige es bajar a Dios de su lugar supremamente elevado para así uno poder elevarse y reemplazar la teología que exalta a Dios con una psicología de la autoestima que exalta al hombre. Para que esto resulte hay que alterar e interpretar erróneamente la Biblia y el evangelio, con el fin grandioso de hacer que las personas se sientan bien en cuanto a sí mismas, para que así puedan cumplir sus sueños y poner en práctica sus visiones.

[…]

El cristianismo, en las manos de algunos dirigentes de iglesias que se acomodan al que busca, se ha convertido en un movimiento de ‘logre lo que quiera’ en lugar de ser un movimiento de ‘abandónelo todo’. Estos dirigentes han prostituido la intención divina del evangelio. Han reemplazado la gloria de Dios por la satisfacción del hombre. Han canjeado el concepto de entregar por entero nuestras vidas para el honor de Cristo por el de ser honrados por Cristo. Como tal, nuestra sumisión a la voluntad de Dios es reemplazada por la sumisión de Dios a nuestra voluntad.

[…]

‘Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará’ (Mateo 16.24-25). No se trata de exaltarme a mí mismo, se trata de matarme a mí mismo. Es la muerte del yo. Uno gana al perder; uno vive al morir. Ese es el mensaje central del evangelio. Esa es la esencia del discipulado.

El pasaje no menciona nada de mejorar la autoestima, de ser rico y triunfante, de sentirse bien respecto a uno mismo o de tener satisfechas todas las necesidades, que es lo que muchas iglesias predican estos días a fin de dorar la píldora de la verdad.

Así que, ¿quién tiene la razón? ¿Es el mensaje del cristianismo de realización propia o es la negación de uno mismo? No puede ser ambas cosas. Si es cuestión de opinión, yo hago lo mío y usted hace lo suyo, y ambos nos deslizamos raudos y contentos en direcciones diferentes. Pero el cristianismo, el evangelio genuino de Jesucristo, no es cuestión de opinión. Es cuestión de verdad. Lo que usted quiere, lo que yo quiero o lo que cualquiera quiere no importa. Es lo que es… por la voluntad soberana de Dios."

*Extracto de MacArthur, John; "Difícil de creer. El alto costo e infinito valor de seguir a Jesús". Ed. Caribe, Inc., 6° edición, traductor Miguel Mesías, impreso en EEUU, 2004. Pp. 3-8.

"MIRAD QUE NADIE OS ENGAÑE..." Col. 2:8.

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Los dejo con un video que ilustra la triste doctrina del iglecrecimiento. Agradecemos a jesus24x7 por subir y subtitular este video.


martes, 8 de septiembre de 2009

Evangelismo actual vs. la Biblia


"Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente" 1 Co. 2:14.

"Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego." Ro. 1:16.

Aunque las falencias del evangelismo de la conocida "oración del pecador" ("recibe a Cristo en tu corazón") y las "leyes espirituales" han sido más que abordadas por muchos cristianos fieles a la Biblia (lo que es muy bueno), no está de más decir un par de cosas -grosso modo- acerca de evangelismo actual:

1.- Olvida que la conversión es una obra soberana de Dios (Hch. 16:14), creyendo que se trata de una obra de convencimiento intelectual que el predicador realiza sobre la audiencia. Es decir, se desdeña la obra única e insustituíble del Espíritu Santo en el nuevo nacimiento, y en vez de eso se utilizan toda clase de artimañas para "atraer" o "convencer" a quien escucha.

2.- Omite toda referencia a la ira de Dios y su justo juicio. El orden bíblico comienza predicando la ira de Dios (véase por ejemplo el comienzo del libro de Romanos) para luego pasar a la misericordia y el amor. En contraste, el evangelismo actual comienza con frases tales como "Dios te ama", o "eres lo más maravilloso a los ojos de Dios", sin aclarar que "el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él" (Jn. 3:36).

3.- Reduce el arrepentimiento a la mera realización de un rito: repetir una oración "con sinceridad". Creo sin lugar a dudas que todo aquel que repite dicha oración lo hace con algún grado de sinceridad. Hasta donde he podido apreciar, nadie lo hace obligado, si hay algo que los evangelistas actuales promueven es la voluntariedad de la "decisión por Cristo" (aun cuando sus métodos incluyan la manipulación psicológica). Sin embargo, la abrumadora mayoría de los que repiten la oración nunca vuelven a la iglesia y siguen viviendo tan carnalmente como antes. ¿Podemos decir entonces que lo que salva es repetir la oración "con sinceridad"? No. Antes bien lo que salva es la obra soberana del Espíritu de Dios.

4.- Olvida que el Evangelio es locura para el inconverso (1 Co. 2:14), y lo mutila de sus partes políticamente incorrectas, para hacerlo más "atractivo" al mundo. Es así como no nos damos cuenta y tenemos dentro de nuestras congregaciones a la industria del entretenimiento, por una parte para que el inconverso se sienta "cómodo" en las bancas de la iglesia, y por otra, para retener a quien ha sido falsamente convertido a través de estos métodos carnales.

5.- Olvida que el evangelio es "poder de Dios para salvación" (Ro. 1:16), convirtiéndolo en "poder del predicador", quien a través de su elocuencia y psicología afectiva puede motivar "decisiones por Cristo" en la audiencia. Contrario a esta nueva tendencia, Pablo afirma:

"Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios." 1 Co. 2:1-5.

6.- Al producir conversos aparentes en masa, termina disociando la justificación de la santificación. En otras palabras, "puedes aceptar a Cristo como Salvador y después como Señor". Sin embargo, en la Biblia la justificación no aparece separada de la santificación, sino que por el contrario, se muestra a la segunda como consecuencia inseparable de la primera. Si no actúo como si Cristo fuera mi Señor, es porque en realidad no he sido salvo.

7.- En su afán por ser atractivo para el mundo, termina por diluir el Evangelio de forma definitiva, optando por prédicas superficiales e insípidas, para así no herir sensibilidades de conversos aparentes y posibles nuevos conversos. Es así como las congregaciones se van desnutriendo hasta carecer completamente de discernimiento bíblico, quedando a merced de cualquier viento de doctrina.

Es triste ver cómo en iglesias donde se ha adoptado este método de evangelismo, los miembros carecen de conocimiento bíblico incluso de nivel básico, y por lo mismo no disponen de discernimiento escritural para distinguir entre lo verdadero y lo falso (más aun, tienden a preferir lo falso); se deja de aplicar la disciplina eclesiástica; temas como la santidad, la ira de Dios, el pecado y la piedad ya no se tocan más; y el entretenimiento de los miembros pasa a ser más importante que la predicación de la Palabra. Se trata de congregaciones totalmente desnutridas, donde es posible apreciar esos espíritus desesperadamente famélicos que no distinguen entre la comida sacada de un basural y un fino plato de buena mesa.

Por lo mismo, no se trata solo de un lamentable error, sino que también -me atrevo a decirlo con todas sus letras- de una herejía que debe ser repelida con el mayor de los rechazos.

Que el Señor nos conceda discernimiento y gracia para permanecer firmes en el fundamento de los apóstoles y los profetas (Ef. 2:20). Amén.

Que el Señor los bendiga.

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Los dejo con un video elaborado por el hermano Mariano Godoy (cristosoberano en youtube) para este blog. Agradecemos su colaboración.