sábado, 17 de marzo de 2012

Acuérdate del día del Señor


[Este documento corresponde a un resumen que confeccioné a partir del artículo "Acuérdate del día de reposo para santificarlo", del Dr. Peter Masters, pastor del Tabernáculo Metropolitano, Iglesia Bautista en Londres que traza su historia desde el año 1650) – Traducido y adaptado por Alexander León.]

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¿En qué medida continúa este mandamiento en el Día del Señor?

Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos.
Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” Génesis 2:1-3.

Dios decreta un Día Especial.

En Génesis 2:2-3, se nos dice que Dios acabó Su obra de la creación, y bendijo el día séptimo y lo santificó. Fue dado a la raza humana en la Creación (1), para conmemorar la obra de la creación divina, (2) para establecer un día de adoración, y (3) para proveer un símbolo del descanso en el que entran todos los que confían Cristo y descansan de sus propias obras (Hebreos 3 y 4).

Algunos son de la opinión que el cuarto mandamiento ya no se aplica porque era solamente parte del pacto Mosaico. Sin embargo, es mayor que este pacto, puesto que comenzó con un decreto en la Creación.

Estas palabras en Génesis 2 se registran para la obediencia y beneficio de la raza humana: significa que Dios dio un distintivo, un lugar especial en la semana para la adoración, que debía considerarse por encima de los demás días, y santificarlo.

Un Día Único

Consideremos cuidadosamente que el día fue bendecido por Dios, aunque usualmente son las personas las que son bendecidas en la Biblia. También, se realizó una distinción para santificar el día, aunque en general son las personas, los lugares o los objetos que son santificados o apartados. El mensaje obvio del grandioso acto de Dios es que se asociarían especiales bendiciones en conexión con este día. Debería ser apartado para Dios y para el descanso, teniendo como justificación que Dios mismo descansó en este día, y el hombre siendo creado a su imagen, debería seguir su ejemplo. Después de la Caída continuó como día de culto, regocijo espiritual y proclamación de la Creación.

De otra manera, ¿Por qué Dios habría puesto tanto énfasis en bendecir y santificar un día de la semana, si no quisiera que se tratara de una ordenanza perpetua, válida para todos los hombres? Si no fuera así, no se explicaría la frase de Éxodo 20:8 que dice “Acuérdate del día”, lo cual con claridad nos indica que la observancia del sabbath fue originada mucho antes, en el Jardín del Edén, de lo cual los oyentes no eran ignorantes. Esto se puede deducir del hecho que el cuarto mandamiento está ligado al decreto de la Creación en Éxodo 20:11, “Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y el mar, y todo lo que hay en ellos, y reposó en el séptimo día, por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó”.

Antes de los Mandamientos

Éxodo 16:23 dice: “Esto es lo que ha dicho Jehová: Mañana es el santo día de reposo, el reposo consagrado a Jehová…”. Esto prueba que se guardaba antes de que fuera dictada la ley propiamente tal.

John Flave en su exposición del “Pequeño Catecismo” anota varias marcas de honor que Dios puso en el cuarto mandamiento:

1. Es el mandamiento más largo de los 10.
2. Hay un recordatorio solemne y una advertencia antes del mandamiento
3. Se expresa tanto positiva como negativamente, lo cual no ocurre con los demás
4. Se refuerza con más argumentos que los demás mandamientos

Propósitos del Sabbath


Aparte de las causas nombradas en el momento de la creación para honrar y santificar este día, con los Mandamientos vino un propósito adicional: honrar a Dios por la liberación. Esto se dice Deuteronomio 5.15: “Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo”.

Los Judíos del Antiguo Testamento tenían que conmemorar y proclamar en el día de sabbath su redención de Egipto. Este era un tipo de la verdadera liberación que Cristo hizo de los suyos en el Calvario. Por lo tanto el sabbath cristiano, también tiene este propósito: ser un día de proclamación de Cristo, nuestra liberación.

Naturalmente, deseamos saber cuánto de la observancia del mandamiento del sabbath nos corresponde hoy: ¿todo o solo parte? Desde el tiempo de la Creación, el día de sabbath contenía un elemento “temporal” en él, porque contenía un tipo o simbolismo que miraba hacia la obra de la redención en Cristo (He. 3 y 4). Obviamente, una vez que Cristo vino, el aspecto simbólico fue cumplido, todos los símbolos se volvieron obsoletos cuando se nos dio la luz clara del cumplimiento. Entonces, no es de sorprenderse que Dios moviera la observancia del sabbath al primer día de la semana, el día de la resurrección de Cristo, porque señala el triunfo de Su obra en el Calvario. Desde ese momento en adelante, todos los símbolos, tipos y las profecías de Cristo, cesaron, el sabbath como tal continúa por las siguientes razones:

1. El día especial de Dios es un decreto de la Creación, y también uno de los Diez Mandamientos, que son leyes morales vigentes. (Está en la primera tabla del Decálogo: deberes del hombre hacia Dios. El aspecto simbólico de este mandamiento fue cumplido en Cristo, pero el principio esencial del mandamiento se mantiene.
2. Debe seguir existiendo un día de conmemoración de la Creación.
3. Debe seguir existiendo un día para reposar, especialmente para la adoración e instrucción.
4. Debe seguir existiendo aún un día para recordar y proclamar la redención – ahora en Cristo. Este elemento de proclamación es muy importante, porque Cristo mostró y explicó las obras de Dios en el sabbath y de igual forma nosotros, por medio de la evangelización de adultos y niños.
5. Debe seguir existiendo un día de descanso para los trabajadores, de manera que también se beneficien de la primera y cuarta razones expuestas. Este aspecto del cuarto mandamiento debería impedir obviamente la innecesaria labor de ciertas industrias de comercio, ventas, restaurantes, estaciones de gasolina y otras facilidades recreativas.

Hay otro aspecto del Sabbath Judío que se volvió obsoleto con la venida de Cristo: su faceta ceremonial que adquirió con la ley de Moisés (regulaciones adicionales), porque también servía como una señal del pacto especial de Dios con los judíos (Éxodo 31.12-17). Por esta razón la profanación del sabbath tenía pena de muerte. Pero cuando Cristo vino, el pacto temporal con los Judíos terminó, y también las estrictas regulaciones dadas por Moisés con respecto a la manera de guardar este día. Son estas regulaciones adicionales las que Pablo contraviene en Col. 2:16-17.

Cristo gobierna ahora el Sabbath

Si el Día del Señor ha de reflejar el espíritu y estándares del antiguo sabbath, ¿cuál flexibilidad y excepciones se pueden dar y con qué autoridad? La respuesta se encuentra en la enseñanza de nuestro Salvador. Volvemos a nuestro texto en Marcos 2.27-28: “Él les dijo, El día de reposo se hizo para el hombre y no el hombre para el día de reposo: así que el Hijo del hombre es Señor también del día de reposo” (También en Mt. 12:8).

Cristo es Señor del día de reposo, lo que significa que con Su venida Él cumplió todo el simbolismo del día sábado al comprar nuestra salvación, y cambió este día llenándolo de mucho más significado y enriqueciéndolo. Cristo, como Aquel por medio del cual se han dado todos los beneficios a la raza humana, es el originador y diseñador del sabbath, y Él posee el derecho, como Dios, de interpretarlo y adaptarlo.

Además, en Mateo cap. 12 Jesús corrige a los fariseos por haber hecho el Sabbath más estricto de lo que debía ser, admitiendo la posibilidad de hacer obras de necesidad en este día sin quebrantar su espíritu. En nuestro caso, las situaciones de necesidad no deberían ser demasiado elásticas de modo que se permita hacer todo lo que deseamos, porque entonces la dedicación devocional del día se arruinaría. Se debe ejercer libertad en casos de necesidad real. Las personas deben tener en sus corazones y mentes el propósito de honrar el Día del Señor, aunque existan circunstancias excepcionales.

Lo que no se debería hacer

La regla para el Día del Señor se explica en las grandes confesiones. Las personas deben descansar de sus trabajos, palabras y pensamientos en cuanto a su empleo mundano y sus recreaciones, y deben tomar el tiempo para ejercitar la devoción pública y privada en adoración. ¿Cuáles son entonces las posibles excepciones? (evaluar de acuerdo a los principios estudiados):

- ¿Llenar el estanque con gasolina?
- ¿Ir a comprar al almacén?
- ¿Transporte?
- ¿Deportes, actividades de entretenimiento, restaurantes, televisión?

En el caso de los judíos, el quebrantamiento de este mandamiento tenía una pena capital porque significaba despreciar el Pacto de Dios. En cambio, el Día del Señor no significa para nosotros que estamos rechazando nuestra relación con Dios. En nuestro caso, tenemos que guardar este día voluntariamente y con gozo dedicarlo al Señor, cumpliendo así la perfecta ley de la libertad. Uno de los propósitos de este mandamiento es enfrentar al pueblo de Dios ante una decisión, para ver si escogen obedecer el mandamiento y guardar el día o si lo toman para realizar actividades de goce personal.

Trabajo el día domingo

Algunas personas tienen que trabajar en el Día del Señor, y no estamos hablando de casos fáciles, como obras de misericordia, que corresponden a los doctores y a las enfermeras, sino de otras ocupaciones. Hay muchos creyentes que son obligados a trabajar en el Día del Señor, y lo hacen con gran pesar. ¿Es esto incorrecto? No lo es, si no hay manera de evitarlo. Si no se puede conseguir un empleo para mantener a la familia, no podemos juzgarle, porque están en el mismo caso de muchos esclavos en los tiempos del Nuevo Testamento y después, que no tenían descanso alguno. De todos modos, estas situaciones deben ser en extremo excepcionales.

Las labores de servicio al Señor, las obras de misericordia, visitar a los enfermos y ayudar a otros en emergencias, todas estas actividades no quebrantan en manera alguna el día del Señor.

Evidencias Bíblicas del cambio a domingo

1. Jn. 20:19, 26. Jesús va estableciendo un patrón: El sabbath Cristiano se enfocaría en la resurrección, que es la prueba de la victoria y éxito del Calvario (Hch. 17:31).
2. Hch. 20:7. Primera referencia en el Nuevo Testamento sobre un servicio de adoración Cristiano realizado junto con la Cena del Señor. En un comienzo la iglesia primitiva se reunía todos los días (Hch. 2:46), pero con el paso del tiempo se estableció un patrón: el primer día de la semana.
3. I Co. 16.1-2. Esto revela que las reuniones en las iglesias se realizaban el domingo.
4. Ap. 1:10. [Para ver qué entendían los primeros cristianos por "día del Señor", entrar aquí]. El término, “Día del Señor” indica de manera poderosa la forma en que debe ocuparse este día. Es para Él, y debe estar centrado en Él. No es para nosotros, para nuestros placeres terrenales, para nuestras diversiones y juegos. Es para el disfrute espiritual, aprender y servir y compartir con Él.

Menospreciando la ley de Dios


Hoy en día, hemos notado, un creciente número de predicadores que no aceptan que el Día del Señor tenga nada que ver con el antiguo sabbath. Dicen que creen que hay un elemento moral y perpetuo en el cuarto mandamiento, pero solo en lo que respecta a asistir a la iglesia en domingo, y luego somos libres de hacer lo que queramos. Algunos ni siquiera consideran imperativo asistir a la iglesia en este día.

Esta actitud de quebrantamiento del cuarto mandamiento está basada en la idea de que este mandamiento fue suprimido de entre los diez, y que ya no tiene que ver con nosotros hoy. Pero no es posible que un mandamiento que tiene aplicación moral sea desechado así como así. Recordemos que los Diez Mandamientos fueron escritos por el dedo de Dios en tablas de piedra, lo cual simboliza su permanencia. El resto de la ley no fue escrita por Dios mismo, sino que fue referida a Moisés.

Numerosas Iglesias ya no toman en serio la observancia del Día del Señor, organizan espectáculos en este día, actividades recreativas, incluso hasta han cancelado el servicio vespertino y la Escuela Dominical porque interfiere con su tiempo de esparcimiento. Los miembros hacen como les place. Donde prevalece esta conducta negligente, la espiritualidad será muy superficial y a esto sigue la mundanalidad, esto está pasando frente a nuestros ojos hoy.

Alguna clase de castigo viene eventualmente cuando los creyentes conscientemente y de forma deliberada realizan labores impropias en el Día del Señor, rechazando su propósito santificador. Creemos que Dios juzgará a los impíos que impiden que otros observen el Día del Señor, pero sabemos también que el juicio empieza por la casa de Dios (Jer. 17:27; Ez. 20:13; Neh. 13:17-18).

Estos textos son muy solemnes y no deberíamos pensar que Dios ha cambiado de opinión con respecto a la observancia del tiempo que debe ser dedicado a Él. Ya los tipos y ceremonias no tienen vigencia, pero el principio de apartar un día para la adoración es de mucha importancia para nosotros hoy.

Pero no sólo hay reprensión ante el quebrantamiento del día. También hay hermosas promesas para quienes lo honran (Is. 56:2; 58:13-14). La promesa dice que disfrutaremos de especial comunión con Dios en Su día. También seremos utilizados por Dios como triunfantes conquistadores en la búsqueda de almas, al ser grandemente bendecidos con maravillosas victorias de oración. ¡Cuánto podemos lograr con una observancia honrosa del Día del Señor!

El Día del Señor también tiene una profunda influencia en la vida de santificación del creyente, este es un hecho que no se analiza a veces. Un día a la semana cuidadosamente nos dedicamos a honrar a nuestro Señor, y esto nos entrena a hacer lo mismo en cada área de la vida. Una iglesia que trata el Día del Señor de manera ligera, sin importarle si sus miembros se dedican a pasear, jugar golf o ir a piscinas y otras recreaciones después del culto dominical, es una iglesia que le niega a sus miembros una ordenanza que da forma al carácter cristiano, porque si sometemos nuestros planes para honrar a Dios en Su día, ordenaremos también todas nuestras prioridades para los demás días.

Probando al Pueblo de Dios

El Día del Señor es un memorial de la Creación, y aún más, es un memorial de la redención y la resurrección, un día de adoración, de acción de gracias y de instrucción, un día que tipifica el descanso eterno, un día de descanso verdadero para todos, y un día de testimonio. Sobre todo, es un mandamiento de prueba, que nos forma y nos hace ordenar nuestras prioridades para honrar y someternos al Señor para los siguientes seis días “seculares”, y para el sendero completo de esta vida (Éx. 16:4). Al menospreciarlo, nos encontraremos con una vida de egoísmo, centrada en nosotros mismos, en auto-indulgencias, una clase de vida “Cristiana” que muchos practican hoy. El Día del Señor es tanto un día de oportunidades espirituales como una protección espiritual para toda la vida.


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Soli Deo Gloria

Patrística sobre el Día del Señor


Hay quienes sostienen hoy en día que la práctica de la adoración dominical, tan extendida entre las iglesias, fue instituída por Constantino en el año 325 de nuestra era, con el objeto de hacer el cristianismo más amigable a las culturas paganas que componían en Imperio Romano, ya que el día domingo se celebraba al sol como deidad. Si siguiéramos esta línea de pensamiento, nos veríamos forzados a admitir que la adoración dominical constituye una transgresión flagrante a las Escrituras y una violación de la ley de Dios.

Sin embargo, ¿Es cierto que fue Constantino quien instituyó el descanso y la adoración el día domingo? La evidencia literaria de los llamados "padres de la iglesia" nos lleva en sentido contrario. Sus escritos confirman que esta práctica traza sus orígenes al siglo I, es decir, el nacimiento mismo de la cristiandad.

Pese a que los escritos patrísticos no son regla de fe para quienes profesamos la fe bíblica, constituyen un antecedente histórico importante -y podríamos decir concluyente- que nos permite constatar que la adoración dominical fue instituida por Cristo mismo a través de sus Apóstoles.

Revisemos algunas de sus afirmaciones, teniendo en cuenta el año en que probablemente se hicieron, así como su lugar de procedencia, que nos habla de la extensión geográfica de esta creencia:

Justino Mártir
(100-165 d.C., Flavia Neápolis, antigua Siquem, Cisjordania): “Y en el día llamado Domingo, todos quienes viven en las ciudades o en el campo se reúnen en un lugar, y se leen las memorias de los apóstoles o los escritos de los profetas, tanto como el tiempo lo permita; entonces, cuando el orador ha terminado, quien preside instruye y exhorta verbalmente a imitar estas cosas buenas. Luego nos levantamos todos juntos y oramos, y, como dijimos antes, cuando nuestra oración ha acabado, son traídos el pan, el vino y el agua, y el presidente ofrece oraciones y acciones de gracias de acuerdo a su capacidad, a lo que el pueblo asiente diciendo “Amén”. Luego se distribuye a cada uno, y se reparte algo de lo que fue objeto de acción de gracias, y los diáconos hacen llegar una porción a quienes estuvieron ausentes. Y aquellos que poseen alguna cosa y están dispuestos, dan lo que estiman conveniente, y lo que se recolecta es depositado con el presidente, quien socorre a los huérfanos, a las viudas, y a quienes están en necesidad, ya sea por enfermedad o cualquier otra causa, y aquellos que están en cadenas, así como a los extranjeros que residen entre nosotros, teniendo cuidado de todos quienes se encuentran en necesidad.

Pero el Domingo es el día en el que todos nosotros hacemos nuestra común reunión, porque es el primer día, el día en que Dios, habiendo forjado un cambio en la oscuridad y las cosas, hizo el mundo; y el mismo día en que nuestro Salvador Cristo Jesús se levantó de la muerte” (Primera Apología de Justino, Cap. 67).

Ignacio de Antioquía (ca. 117 d.C.): “Permitid a cada amigo de Cristo guardar el Día del Señor como un festival, el día de la resurrección, principal y rey de todos los días (de la semana)” (Carta a los Magnesios, Cap. IX).

“Al amanecer del Día del Señor Él se levantó de la muerte, conforme a lo que Él mismo pronunció: “como estuvo Jonás en el vientre del monstruo marino tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra.” El día de la preparación, entonces, comprende la pasión; el Sabbat acapara el sepultamiento; el Día del Señor contiene la resurrección” (Carta a los Tralianos, Cap. IX).

Bernabé (ca. 100 d. C.): “Por último, les dice: Vuestros novilunios y vuestros sábados no los aguanto. Mirad cómo dice: No me son aceptos vuestros sábados desde ahora, sino el que yo he hecho, aquél en que, haciendo descansar todas las cosas, haré el principio de un día octavo, es decir, el principio de otro mundo. Por eso justamente nosotros celebramos también el día octavo [el domingo] con regocijo, por ser día en que Jesús resucitó de entre los muertos y, después de manifestado, subió a los cielos” (Epístola de Bernabé, XV, 8).

Orígenes (Alejandría, 185 - Tiro o Cesarea Marítima, 254): “En domingo, no se debe hacer ninguna de las obras del mundo. Absténganse de todas los trabajos de este mundo y guárdense libres para las cosas espirituales, vayan a la iglesia, escuchen las lecturas y las predicaciones, mediten en las cosas celestiales” (Homil. 23 sobre Números 4, PG 12:749).

Cipriano de Cártago (ca. 258): “El octavo día, que es, el primer día después del Sabbath, y el día del Señor” (Epístola 58, sección 4).

Didaché (ca. 70-100): “Los días del Señor reuníos para la partición del pan y la acción de gracias, después de haber confesado vuestros pecados, para que sea puro vuestro sacrificio” (XIV, v. 1).

Tertuliano (ca. 160-220, Cartago): “Nosotros nos alegramos el domingo espiritualmente, no por el culto, o veneración del Sol, sino por fines más altos. Los gentiles en Sábado celebran sus fiestas a Saturno, diferenciándose mucho del rito judaico que ignoran, que en los Judíos el ocio del Sábado es misterio: en los gentiles soltura para ocuparse en todo género de lascivias. Nosotros en todo nos diferenciamos de todos; porque el día después del Sábado es nuestra fiesta, y el rito es honesto y sobrio” (Apología de Quinto Septimio Florente Tertuliano, Presbítero de Cártago, Contra los Gentiles, en Defensa de los Cristianos, cap. XVI).

Clemente de Alejandría (ca. 150-211): “Un verdadero cristiano, de acuerdo con lo ordenado en el evangelio, observa el dia del Señor echando fuera todos los malos pensamientos y dedicándose a todo lo bueno, honrando la resurrección del Señor, la cual tomó lugar en ese día” (Stromata, L. VII, XII.76.4).

Atanasio de Alejandría (ca. 296-373): “El Sabbath fue el fin de la primera creación, y el día del Señor el comienzo de la segunda, en la cual renovó y restauró lo antiguo de la misma forma que prescribió que debían anteriormente observar el Sabbath como memorial del fin de las primeras cosas, así nosotros honramos el día del Señor como memorial de la nueva creación” (Sobre el Sábado y la Circuncisión III).

Eusebio de Cesarea (ca. 275-339): “[El grupo herético de los ebionitas] Guardaban el sábado y toda la conducta judaica, pero el domingo observaban prácticas parecidas a las nuestras en memoria de la resurrección del Salvador” (Historia de la Iglesia, XXVII, 5).

Concilio de Laodicea (ca. 363-364, Anatolia): “Los cristianos no han de judaizarse y no deben estar inactivos en el Sabbath, sino que deben trabajar ese día. Deben, sin embargo, reverenciar particularmente el día del Señor, y, si es posible, no trabajar en él, porque son cristianos” (Canon XXIX).


Toda la evidencia anterior lleva al historiador suizo Philip Schaff a concluir: “La celebración del día del Señor en memoria de la resurrección de Cristo, data indudablemente de la era apostólica. Nada menos que el precedente apostólico puede explicar la observancia religiosa universal en las iglesias del segundo siglo. No hay una sola voz de disensión”.

“La observancia universal y no contradicha del domingo en el segundo siglo sólo puede ser explicada por el hecho de que esta tiene su raíz en la práctica apostólica” (Vol. 1; pg. 478-479).

Soli Deo Gloria