martes, 22 de junio de 2010

Cristianos de Hoy: ¿Demasiado Suaves?


Vivimos en tiempos en los que la confrontación no es bien vista, incluso si se trata de la refutación del error. Al parecer se valora el acuerdo sólo por ser tal, no importando si con ello se compromete la verdad.

Por ello, cuando se expone el error de un falso maestro, suelen surgir voces con proclamas tales como "no juzgues", "en vez de criticar, predica el evangelio", o "mientras discutimos el mundo se muere sin Cristo allá afuera".

Es cierto, es absolutamente necesario predicar el Evangelio a quienes aún no creen en Jesucristo, pero, ¿Acaso eso impide denunciar el error? Ambas actividades no tienen por qué ser excluyentes; muy por el contrario, han de ser complementarias. De hecho, así lo hicieron los Apóstoles, e incluso el mismo Cristo, como veremos más adelante.

Por otra parte, muchos creen que denunciar el error es algo que Jesús prohibió bajo el mandamiento de no juzgar. Sin embargo, una y otra cosa son totalmente distintas:

a) "No juzgar" se refiere a un juicio moral, donde quien juzga se considera cumplidor de la ley de Dios, concibiendo al ser juzgado como alguien inferior espiritualmente. Un ejemplo claro lo encontramos en este fariseo:

"El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano" (Mt. 18:11-12).

Aquí vemos que se trata de una actitud de altanería espiritual, donde no hay reconocimiento del pecado propio; muy por el contrario, se cree en la justicia propia, basada en las obras. Además, se apunta a otros con el dedo, señalándolos como pecadores, como si quien señala no lo fuera.

Esto se contrapone a la fe bíblica, en la que el hombre es humilde ya que se reconoce pecador, y sabe que sólo la gracia de Dios ha podido salvarlo.

b) Por otra parte, el juicio doctrinal consiste en denunciar el error, estando conscientes de que la fe viene por el oír la Palabra de Dios (Ro. 10:17), y que por tanto es de suma importancia la fidelidad del mensaje que se predica. Este juicio no sólo es permitido en las Escrituras, sino que también es ordenado como mandamiento. Aquí encontramos diversos ejemplos bíblicos de juicio doctrinal:

"Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces" Mt. 7:15 (¿Cómo me guardo de ellos, si no puedo distinguir cuál es la verdad del error?)

"[hablando de los obispos] retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen. Porque hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión, a los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene" Tit. 1:9-11


"Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.

Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo" Jud. 3,4.


"Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.

Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado,

y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme" 2 P. 2:1-3 (leer todo el capítulo)


"Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos" Ro. 16:17


En estas citas se reconoce la existencia de falsos maestros, y se insta a denunciarlos, lo que implica un juicio, es decir, una distinción entre lo correcto y lo incorrecto. ¿Te parece esto demasiado severo? Leamos a los Apóstoles:


"Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo" Fil. 3:2


"Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición, recibiendo el galardón de su injusticia, ya que tienen por delicia el gozar de deleites cada día. Estos son inmundicias y manchas, quienes aun mientras comen con vosotros, se recrean en sus errores. Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición. Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad, y fue reprendido por su iniquidad; pues una muda bestia de carga, hablando con voz de hombre, refrenó la locura del profeta. Estos son fuentes sin agua, y nubes empujadas por la tormenta; para los cuales la más densa oscuridad está reservada para siempre. Pues hablando palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error. Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció [...]" 2 P. 2:12-19.


"Pero éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales. ¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré.

Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados; fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas.

[...] Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho" Jud. 10-13, 16.


Por otra parte, muchos pretenden aplicar a la situación de los falsos maestros el siguiente pasaje:

"Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano" Mt. 18:15-17

Sin embargo, como el mismo pasaje señala, su aplicación es cuando un hermano "peca contra ti". Primero que todo, debe tratarse de un hermano, es decir, alguien que forme parte del cuerpo de Cristo, cuestión que no ocurre con los falsos maestros. De otro lado, el pasaje señala que ha de tratarse de un pecado "contra ti", lo que no ocurre cuando se predica un falso evangelio, ya que en ese caso es un atentado contra la verdad de Dios, y por tanto contra Dios mismo. En este caso, como señala el texto ya citado de Ro. 16:17, es necesario fijarse en quiénes están causando divisiones en doctrina y apartarse de ellos, denunciándolos para que otros hermanos sean librados del error también.

En fin, la Biblia admite la confrontación del error, y no sólo eso, sino que también la impone como mandato. Por ello, no nos creamos más piadosos que Jesús y sus Apóstoles, y sigamos su ejemplo. Es la verdad del Evangelio la que está en juego, lo que también tiene efectos en la salvación de los que aún no creen.

Que Dios nos de sabiduría y discernimiento, así como también gracia y mansedumbre. Amén.

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Incluyo aquí un comentario hecho por el hermano Emanuel Elizondo, que me parece esclarecedor y con el que estoy en absoluto acuerdo. Dice este hermano respecto de lo escrito arriba:

Es verdad que como cristianos no debemos de juzgar con una actitud de "soy más santo que tú". Mi única duda, y leve desacuerdo si se me permite, es que creo que cuando Cristo manda no juzgar, el mandato es más bien a no juzgar injustamente, ya que el cristiano en ciertas situaciones debe de hacer juicios de carácter moral.

1 Cor. 6, por ejemplo, las disputas no son doctrinales, sino de fraude (vv.7-8), lo cual es un pecado moral (Lev. 19:36; Prov. 16:11), y sin embargo Pablo dice, "¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos...?"

Otro ejemplo es el de los ancianos y diáconos de la iglesia, los cuales deben de cumplir ciertos requisitos morales (1 Tim. 3), pero si los cristianos no pueden hacer juicios de carácter moral, ¿quién decidirá quiénes son aptos para el pastorado?

Gracias a nuestro hermano, que Dios lo bendiga.
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Los dejo con un video atingente al asunto. Gracias a LUMEL por subir el video original.