jueves, 9 de enero de 2014

Mark Dever - El liderazgo de los ancianos en el congregacionalismo


Mark Dever*

 

«Nos parece que la Escritura es muy explícita en cuanto a cómo debería estar ordenada esta iglesia. Creemos que cada miembro de la iglesia debe tener iguales derechos y privilegios, y que no hay poder en los oficiales de la iglesia [ancianos y diáconos] para ejecutar cosa alguna a menos que tengan plena autorización de los miembros de la iglesia. Creemos, sin embargo, que la iglesia debe escoger su pastor, y habiendo hecho esto, deben amarlo y respetarlo por causa de su trabajo. Los diáconos deben estar asociados con él para supervisar los asuntos financieros, y los ancianos de la iglesia para asistir en todos los trabajos del pastorado en el temor de Dios, siendo supervisores [obispos] del rebaño. Creemos que una iglesia así está ordenada escrituralmente, y si permanecemos en la fe, arraigados, fundamentados y establecidos, tal iglesia puede esperar la bendición del cielo, y así se transformará en columna y baluarte de la verdad».

Charles Spurgeon (Púlpito del Tabernáculo Metropolitano, vol. 7, 1862).

 

Después del Señor, la autoridad jurisdiccional final no reside en un Papa o una convención, ni en una asamblea nacional, ni en un pastor, ni en una asociación regional o convención estatal, ni tampoco en algún comité, ya sea pagado o no. La responsabilidad final por la disciplina y doctrina de la congregación, después del Señor, no recae en los diáconos o en los ancianos. Esta autoridad descansa en la congregación en pleno.

El congregacionalismo puede o no ser atractivo, eficiente, bien entendido, bien practicado, fácil, amado universalmente, o inmune a la distorsión y a la corrupción, pero es bíblico. Es bíblico en dos sentidos: Primero, no una persona ni cuerpo externo, sino solamente la congregación es responsable en último término ante Dios por las acciones de la iglesia en disciplina y doctrina. Segundo, la congregación en pleno es la responsable en los términos expuestos. Este es el cuadro que encontramos en el Nuevo Testamento. Confieso que la evidencia es escasa y las especificaciones casi inexistentes, pero el cuadro es consistente, y las implicaciones son importantes.

Ø  Disputas entre hermanos: En Mateo 18 Jesús enseña a sus seguidores que la congregación es el tribunal decisivo cuando se trata de diferencias entre los hermanos. Así leemos en los versículos del 15 al 17, que el paso final para resolver una disputa es “dilo”, no a los ancianos, sino a la ekklesía, es decir, a la iglesia o congregación[1]. Hechos 6 nos brinda un ejemplo de lo anterior. Cuando surgió una disputa entre los judíos hebreos y los judíos griegos acerca de la alimentación de las viudas, los apóstoles pidieron a la congregación: «Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones» para atender las necesidades de los miembros más pobres en la iglesia de Jerusalén (v. 3). «Agradó la propuesta a toda la multitud» (v. 5). Entonces, la congregación escoge siete individuos y los presenta a los apóstoles para oración.

 

Ø  Doctrina: Pablo enseña implícitamente a los Gálatas en Gálatas 1 que la congregación es el tribunal decisivo para resolver desacuerdos en asuntos de doctrina. Pablo exhorta a estos cristianos recién convertidos[2] en Galacia que incluso si él, un apóstol, viniera y predicara un evangelio diferente de aquel que ellos ya habían aceptado, ellos deberían rechazarlo. Lo mismo han de hacer si se tratara de un misionero errante. Es interesante que Pablo pida tal cosa a estos cristianos recién convertidos; él no está escribiendo a los ancianos. Y eso que está escribiendo sobre un asunto de la mayor relevancia teológica, ¡Sobre el Evangelio! Aun así él deposita su confianza en ellos. El Evangelio los ha salvado, y su contenido cognitivo y proposicional es incluso más significativo que las declaraciones de origen apostólico. Pablo asume que ese mensaje del Evangelio es claro, incluso para creyentes recién convertidos.

 

Ø  Disciplina: Pablo enseña a los corintios en 1 de Corintios 5 que la congregación es el tribunal decisivo para resolver asuntos disciplinarios. Él escribe sobre una situación escandalosa en la iglesia corintia, y se dirige no sólo al pastor o al liderazgo, sino a la congregación toda. Dice a la congregación en pleno que deben actuar, y que no deben hacerlo asociándose con la parte ofensora.

 

Ø  Membresía de la iglesia: Para terminar, Pablo enseña a los corintios en 2 Corintios 2 que la congregación es el tribunal decisivo para determinar la membresía de la iglesia. Les escribe sobre un pecador arrepentido a quien ellos habían excluido con anterioridad: «Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos;  así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza. Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él» (vv. 6-8). Pablo escribe a la congregación toda sobre una acto que ellos habían realizado en pleno, instándolos a tomar ahora un curso diferente[3].

Se podría hablar mucho más acerca del congregacionalismo, pero espero haber ofrecido suficiente evidencia para dejar en claro que, de acuerdo al Nuevo Testamento, es la congregación en pleno la que debe asumir la responsabilidad por su vida en comunidad –respecto de disputas, doctrina, disciplina y membresía. La congregación puede eludir esa responsabilidad, pero nunca la perderá delante de Dios. Aunque la evidencia sea escasa, es clara y consistente[4].

 

¿Gobierno de los ancianos o liderazgo de los ancianos?

Entonces, ¿Cuál es la responsabilidad de los ancianos en el contexto del congregacionalismo? Es importante distinguir liderazgo de los ancianos dentro de un contexto congregacional, de una regencia o gobierno de los ancianos que no reconoce el rol bíblico de la congregación[5]. Un congregacionalismo bíblico guiado por los ancianos es distinto del presbiterianismo, porque no apela a una barrera externa a la congregación contra el pecado y lo incorrecto, y se diferencia del tipo de gobierno de los ancianos practicado en varias iglesias independientes, porque reconoce que la responsabilidad última descansa de hecho en la congregación.

La diferencia entre estos dos términos, ‘liderazgo de los ancianos’ y ‘gobierno de los ancianos’ es importante. Los traductores de la versión King James tradujeron la palabra griega proestotes como ‘gobiernan[6] para describir la función de los ancianos en 1 Timoteo 5:17. Las traducciones más modernas han usado ‘dirigen’ o ‘lideran’. En efecto, entonces, se piensa de cierto que los ancianos han de gobernar, dirigir o liderar.

Incluso en nuestro contexto contemporáneo, la frase “gobierno de los ancianos” es usada típicamente para significar la atribución de la autoridad última en las manos de los ancianos como opuesto a atribuirla a la congregación. Y eso, tal como vimos recién, no es lo que nuestro Señor Jesús ni lo que el Apóstol Pablo parecieron tener en mente. La congregación no pierde su autoridad final, incluso en áreas en las que es indisputable la responsabilidad de los ancianos, como es el caso de la enseñanza ortodoxa. Así, en 2 Timoteo 4, donde Pablo advierte a Timoteo acerca de los tiempos de enseñanza desastrosa que se avecinan, no culpa a los ancianos como uno podría esperar, sino a aquellos que «… teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias» (v. 3).

Así, ‘dirigir’ o ‘liderar’ son palabras que resumen de mejor manera la función de los ancianos en una congregación local que la palabra ‘gobernar’. Esta palabra recién mencionada tiene un tono de autoridad última o final, mientras que ‘liderar’ parece más apropiada para describir el rol dado por Dios a los ancianos en condiciones normales, quienes deben ser reconocidos pero pueden también ser puestos a un lado por la congregación. En conclusión, el modelo más bíblico parece ser una forma de congregacionalismo en la cual los ancianos regular y normalmente lideran[7].

 

Relación de los ancianos con la congregación

Entonces, ¿Cuál es la relación de los ancianos con la congregación? Desde luego, al abogar por el congregacionalismo no estoy diciendo que la congregación siempre está en lo correcto, o que es inerrante, o que el Espíritu Santo supervisa de tal manera el funcionamiento de cada congregación que sus acciones y conclusiones están siempre en conformidad con la voluntad de Dios. En este mundo caído, ninguna forma de gobierno está revestida de infalibilidad, sea que se trate del modelo papal, congregacional, o cualquier cosa entre ambas. Sabemos que cuando Cristo regrese encontrará fe en la tierra, porque Él es quien ha determinado edificar su iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Sin embargo, la mejor de las congregaciones, tal como los mejores de entre los hombres; pueden caer y ciertamente caen. Así, la congregación que despidió a Jonathan Edwards estaba en todo su derecho de despedirlo, pero creo que ellos se equivocaron en su decisión de hacerlo.

Al mismo tiempo, el llamado a los cristianos de obedecer a sus líderes (He. 13:17) de ninguna manera implica que estos últimos sean infalibles. Los ancianos y pastores también cometen errores, y por ellos (hablo como un anciano), daremos cuenta ante Dios (Stg. 3:1). Aun así, no podemos ignorar el llamado que Dios nos hizo a liderar su iglesia. Así que predicamos y enseñamos, estudiamos y oramos, evangelizamos y discipulamos, examinamos y exhortamos, deliberamos y decidimos.

Sin embargo, en último término los ancianos podemos actuar solo enseñando y persuadiendo a la congregación. Todos los deberes, responsabilidades y obligaciones que pesan sobre los ancianos nos han sido dados por la congregación a la que servimos. Ciertamente Dios debe llamarnos, y esperamos un testimonio interno de esta vocación divina. Pero este llamado de Dios sentido internamente debe ser confirmado por una congregación visible, por un rebaño particular que nos pida pastorearlo y nos siga cuando lo hacemos. Por esta razón, un anciano no puede ser ni instalado ni removido si no es por el voto de la congregación.

Una vez que la congregación confirma el llamado del anciano, el liderazgo de los ancianos normalmente debe ser objeto de confianza, especialmente en asuntos que son tanto significativos como confusos. Los ancianos han sido reconocidos precisamente por este tipo de trabajo cuidadoso.

 

Mark Dever es Senior Pastor de la Capitol Hill Baptist Church en Washington, D.C., y Director Ejecutivo de 9Marks. El Dr. Dever ha escrito y contribuido a la publicación de diversos libros sobre salud y liderazgo de la congregación, incluyendo Nine Marks of a Healthy Church y The Deliberate Church.



* Este artículo corresponde a la traducción de un extracto del libro del pastor Mark Dever, “By Whose Authority? Elders in Baptist Life”, 9marks, 2006, pp. 32-36. Traducción por Álex Figueroa F.
[1] En su traducción de la Biblia, William Tyndale tradujo ekklesía como ‘la asamblea’.
[2] El autor utiliza ‘young’ (‘jóvenes’). En este párrafo se traduce siempre como ‘recién convertidos’ [N. del. T.].
[3] Un asunto relativo a la forma de gobierno aun más importante que la pluralidad de ancianos es la defensa de la membresía regenerada de la iglesia.
[4] Esto coincide con la evidencia del período post-apostólico inmediato. Así, Clemente de Roma escribe de ancianos siendo comisionados «con el consentimiento pleno de la iglesia», en su Primera Epístola a los Corintios. En Early Christian Writings: The Apostolic Fathers, trans. Maxwell Staniforth (New York: Penguin Books, 1968), 46.
[5] El punto aquí no es la distinción entre el uso entre la frase “liderada por ancianos” como opuesta a “gobernada por ancianos”, sino la distinción entre aquellas congregaciones que reconocen y las que no reconocen su responsabilidad bíblica, no solo de obedecer a sus líderes (como en He. 13), sino que también en ocasiones de desobedecerlos (como en Gá. 1). Dios pedirá cuentas a los maestros por lo que enseñan (ver Stg. 3:1), pero las congregaciones que se sientan cómodamente a escuchar algo seriamente erróneo no son, desde luego, absueltas de responsabilidad. Estas congregaciones deberían rehusar seguir a tales líderes. Aquellas iglesias que afirman no tener tal responsabilidad, sino que asignan la responsabilidad de discernir la verdad solo a los ancianos, han renunciado a una responsabilidad bíblica. Por otro lado, las congregaciones que reconocen que deben seguir a sus líderes bajo circunstancias normales, pero que hay ocasiones en las que no deberían hacerlo, mantienen para sí mismas responsabilidades que son reconocidas y enseñadas en las Escrituras.
[6] En el original: Rule [N. del T.]. En la versión Reina Valera se tradujo como ‘gobiernan’.
[7] Aunque estoy feliz de defender este modelo como la forma bíblica de gobierno, no sugeriría que una iglesia sin este modelo no es una verdadera iglesia, ni tampoco que la forma de gobierno debe ser un asunto de acuerdo entre las iglesias a fin de que ellas puedan trabajar juntas en misiones, evangelismo y educación.

1 comentario:

  1. Excelente articulo sobre el liderazgo de los ancianos en el congregacionalismo de Mark Dever

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